sábado, 22 de mayo de 2010

Tinelli: la broma en exceso a costa del otro

Nunca dejó de sorprendernos la capacidad de Tinelli para llevar las bromas a un extremo o, mejor dicho, para excederse y que luego todos elijamos olvidarnos rápidamente. Es necesario antes subrayar una noticia de la que pocos nos enteramos (suena oficialista, pero fuimos aquellos que no consumimos Clarín los que supimos esto). Hablo sobre la jodita de Marcelo y su producción a un pueblito de Apipé, en Corrientes. Ellos (sus ancestros) viven ahí desde fines del siglo XIX y a partir del año 2005 avanzaron en la posesión “legal” de sus tierras. Imaginen el amor que tiene esta gente por su territorio!
De repente, la producción de Ideas del Sur, encabezada por Matías Alé, apareció en el lugar simulando ser un grupo de empresarios canadienses que debían desalojar a las 237 familias del lugar. Aconsejaban que lo hagan voluntariamente o serían forzados, arrasando con una topadora la escuela y todas las viviendas. La idea era filmar su dolor y desesperación (que la hubo) para después decir que era simplemente una joda y regalarles una lancha (Apipé es una isla). De esta manera, se marcarían los 30 puntos de rating mientras la ama de casa de clase media porteña aplaudiría las ocurrencias de Marcelito, riéndose de las locuras del Sin-Talento-Matías. Para el final del tape, seguramente una canción estilo "color esperanza" y la conclusión de "los argentinos somos solidarios".
No solo el problema radica en la intensidad y crueldad de la broma, sino también en que los habitantes del pueblito no tienen electricidad. Por lo tanto, no tienen TV y no saben ni por casualidad qué es Showmatch.
No importa a qué escala, Tinelli puede tranquilamente cagarse en la dignidad del otro para medir unos puntitos. Vean sino lo que estuvo ocurriendo los últimos días con Tito, uno de los guardaespaldas de Fort que están paraditos en el estudio. Marcelo comenzó a burlarlo para que su Sin-Talento-Carna y su Sin-Talento-Chino-González (“humoristas” pero que trabajan de reídores) lo acompañasen con sus “jua jua”. Simulaba ofenderse por la cara seria del seguridad. Tito, una persona que no tiene ni capacidad ni interés por la televisión (simplemente un flaco que fue mucho al gimnasio y ahora la pegó laburando para Fort), se quedaba callado sin responder, un poco nervioso y sin una actitud clara. No podía hacer otra cosa, lo agarraron de sorpresa, sin micrófono, sin ser actor y con miles y miles de televidentes esperando una reacción. Pero el efecto fue más que el esperado: aparentemente, la burla empezó a medir en términos de rating, y no solo que Marcelo empezó a estirarla sino que ahora la realiza en todas las galas. Lo que antes era una jodita ya es más bien una humillación, y no nos cansamos de ver a Tito con su cuerpo de guardarropas nervioso sin saber muy bien cómo reaccionar. ¿Qué hacés si un conductor te humilla siempre, in crescendo, pero estás en un estudio, en vivo, y respondiendo a otro millonario que juega a ser juez de baile? Veremos qué pasará.

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